Aprender a mirar con ojos nuevos
Fotografías tomadas en formato RAW con Fuji X-T5 | Editadas en Lightroom.
Sin darnos siquiera cuenta, los entornos que forman parte de nuestro día a día llegan a pasar muchas veces desapercibidos, como si el guión de nuestra vida lo obviara. Con el tiempo, nos acostumbramos tanto a su presencia que dejamos de mirar y apreciar realmente, y aquello que alguna vez nos inspiró interés, curiosidad o calma se vuelve casi invisible, como si fuera un escenario de fondo que apenas notamos.
Todos hemos sentido alguna vez cómo, aun estando presentes físicamente, nos sentimos ausentes en percepción; una especie de desconexión. Estás ahí, pero no del todo. Como si simplemente hubiéramos sido espectadores de ese momento y sólo nos quedara el recuerdo, que a veces parece más nítido y real que la propia vivencia. Este fenómeno creo que se acentúa todavía más cuando el entorno se vuelve familiar, como si perdiéramos la capacidad de asombro ante lo conocido.
Es por esto que, siempre que puedo, cargo con mi cámara a cualquier lado. Sé que al mirar por el visor, me detendré a observar el entorno y a prestar atención a todos esos detalles que, aunque forman parte de un escenario conocido, son totalmente nuevos y únicos. Es en esos momentos cuando me siento verdaderamente privilegiado, presencio escenas irrepetibles que nunca más volverán a mostrarse de la misma manera que en ese preciso instante.
No siempre hace falta descubrir lugares distintos; muchas veces basta con descubrir lo distinto en los lugares de siempre. Cuando logramos desprendernos de la costumbre, lo cotidiano vuelve a tener vida. Cada rayo de luz, cada textura, cada sonido recobra sentido. Y eso, para mí, es lo bonito: aprender a ver por primera vez y conseguir mirar con ojos nuevos.
Gracias por leerme,
Pau.